El transhumanismo es un movimiento político, filosófico y tecnológico que propone que el humano puede y “debe” ser mejorado a través de las herramientas disponibles con la ciencia y tecnología actual. El debate respecto a las posibilidades y las implicaciones éticas es profundo y fogoso e incluye algunos titulares de los últimos años.
Un ejemplo sencillo sería el experimento con las gemelas chinas cuyos genes fueron modificados para ser incapaces de infectarse de VIH. Sí, la idea era eliminar la capacidad de estas niñas de contraer el VIH de su madre.
El científico He Jiankui anunció en Hong Kong, en 2018, que había editado los genes de las niñas sin autorización de la universidad para la que trabajaba y, de este modo, rompiendo varios límites éticos de su profesión. El científico estuvo desaparecido unos meses, luego se anunció que cumpliría 3 años de prisión y finalmente fue excarcelado en Abril de 2022. En todo este periplo cumplió arresto domiciliario en (mirá que loco) su oficina en la Universidad de Shenzen.
Este tipo de modificaciones en seres humanos son las que la ciencia institucional intenta regular y/o detener, pero lo cierto es que en el ámbito privado las cosas son muy diferentes. Allí, (y esto lo he hablado con genetistas del CONICET) las reglas son menos claras y se ajusta la ética a presupuestos abultados y contratos de confidencialidad. Por lo que se podría esperar que muchas cosas que se suponen prohibidas respecto a la experimentación con nuestra propia especie sucedan, en realidad, en el más relajado secreto.
Sin embargo, no todo lo relacionado al transhumanismo sucede en los oscuros rincones de corporaciones sin escrúpulos. Muchos debates se dan desde instituciones conocidas y respetadas, y sus voceros son científicos de renombre internacional.
Max Tegmark es físico en el MIT y propone el transhumanismo de una manera bastante sencilla y asequible. Para él existen tres estados de la pulsión evolutiva a partir de la conciencia y el autodiseño:
1- La fase biológica, en la que la evolución sigue adelante proveyendo de inteligencia que podría ser tomada como software natural.
2- La fase de la cultura, cuyo hardware es fruto de la evolución pero que pudo diseñar parte de su software
3- La fase tecnológica, surgida a fines del siglo XX, que será capaz de diseñar tanto su hardware como su software.
Para los transhumanistas, la naturaleza no es sagrada sino que es un deber transformarla, empezando por el genoma humano, para garantizarnos mejor vida y máximo desarrollo. El filósofo Andy Clark señala que el individuo es espontáneamente capaz de incorporar prótesis que lo mejoren, comenzando por el lenguaje, la primera tecnología incorporada a la naturaleza humana. Para el médico francés Laurent Alexandre, es casi una cuestión de supervivencia: «Al debilitarse la selección natural, el deterioro de nuestro genoma afectará particularmente nuestro sistema nervioso central y nuestro cableado neuronal. Por esta razón, la tecnomedicina que se anuncia ya no es una opción, sino una auténtica necesidad»
En esta edición de Factor H nos iniciamos en el transhumanismo y agrego una cuota de ciencia ficción, pensando en hasta dónde podríamos llegar de hacer caso a este movimiento:
¿Realmente será tanto como un deber transformar la Naturaleza? Dificulto…